La economía, la historia y la vida Peruana.
Teniendo en cuenta la realidad de la historia hasta el 1931, el discurso tiene bastante de cierto. A millas se puede distinguir que el poder estatal peruano no pudo resolver los problemas sociales y económicos, así como institucionales.
Pese a mis bajos conocimientos de la historia republicana del Perú, estoy plenamente de acuerdo con lo expuesto por el doc. Edwin Kemmerer. Ya que considero muy cierto que un pequeño vistazo a la historia de la economía del Perú nos revela que las instituciones reguladoras financieras no han tenido la suficiente capacidad para controlar el desarrollo y productividad económicos del país. Esto desde que la época de la colonia concluyo y se comenzó la era republicana: los distintos gobernantes y funcionarios, e incluso la misma estructura gubernamental del estado no ha sido capaz de confrontar los diferentes problemas que reiteradamente se presentaban, y siendo totalmente infecundos para crear estrategias de solución ante los infructuosos azares de la vida económica sino solo con prestaciones monetarias que gradualmente gestaban una inflación y acrecentaban en endeudamiento externo e interno.
Así mismo estoy de acuerdo con el planteamiento propuesto por el autor respecto a que es posible corregir los daños ocasionados por las malas gestiones económicas del pasado tomando en cuenta los consejos de la teoría económica, una opción que da por establecida una racionalidad en la que deben estar equilibradamente presente dos valores que habrán de guiar el comportamiento pertinente: el valor remunerativo y el valor solidario. Es necesario afrontar la realidad provocada por las acciones desfavorables antiguas, y tomar conciencia de muestro estado actual, este es el principio para empezar a tener una nueva perspectiva económica para posteriormente establecer una nueva política económica, una en la que todos los peruanos puedan depositar su confianza sin sufrir pérdidas ni marginaciones o prejuicios.
El autor declara que por la ausencia del segundo valor, el solidario, que se muestra primeramente en una tributación equitativa, se genera un deseo por el poder y una posición en la toma de decisiones gubernamentales, confundiendo así el bienestar nacional con el beneficio propio. En la actualidad esto queda aun como huésped indeseado en las habitaciones del estado. La corrupción actual es una clara muestra de esto, pues en este acto lo que se persigue en primer lugar es el favor para aquella persona corrompida, el beneficio propio arriba mencionado. El valor solidario, considero yo, es aquel por el cual las personas trabajan unas por otras, con altruismo y generosidad, no para el desarrollo personal como fin primordial, sino como fin agregado a la búsqueda del progreso grupal, social o familiar, teniendo una figura parecida a la de un conjunto de personas que están empujando una carreta de provisiones, todos juntos, cuesta arriba, hacia un solo destino común, el progreso y desarrollo. A diferencia de aquel que se vale de otros, corruptamente, para apoderarse del coche que está más arriba que el suyo, con poco o sin esfuerzo.
Superar este vacío es fundamental para la viabilidad de un país. Esta declaración se confirma en el ejemplo plantado anteriormente. Esta es una importantísima medida que debe tomar en cuenta en el proceso de restauración económica que en estos tiempos debe iniciar con premura, pues, como lo afirma el autor, los peruanos, o la gran mayoría de ellos viven en una vacilación entre el escepticismo y la decepción, y viven en condiciones absurdas – para ser ciudadanos de una país con amplia gama de recursos naturales, humanos e intelectuales – de precariedad, pobreza y sufrimiento.
Ahora, si echamos un vistazo al Perú moderno, encontraremos, al igual que los hizo kemmerer en 1931, la violencia es una de las más frecuentes manifestaciones de la disconformidad por parte de la sociedad y el pueblo peruano respecto a la estructura de gobierno; como el último caso que impacto a todo nuestro país y al mundo entero, la masacre en Bagua, con un costo mortal de más de veinte policías y más de 10 nativos. Para erradicar este tipo de conductas, es necesario identificar las causas primeras que impiden el desarrollo y mejoramiento del aparato de gobierno, aun distrital, como regional y nacional. Incluso estas manifestaciones representan un grave obstáculo para el desarrollo del estado, pues causa conmoción, distracción, problemas judiciales y hasta penales, pérdidas, tanto económicas como humanas, obstrucción en el quehacer gubernamental, desconcentración respecto a los principales problemas como es el desarrollo y la implantación de una mejor política económica, etc.
Personalmente sigo las palabras dichas por Kemmerer; “el Perú necesita tener la capacidad de crear una nueva civilización… se crea con la confrontación de las ideas, los testimonios, el sacrificio, y el coraje.” Además afirma que esta nueva civilización debe, y quisiera enfatizar esta parte, tener conciencia del papel que el dinero cumple en nuestra sociedad: “…, comenzando por la economía que, de una parte, entienda (la nueva sociedad) el rol crucial del mercado de dinero para la construcción de una sociedad moderna y digna, y, que al mismo tiempo, de otra parte, tenga bien claro que el dinero es frio, no tiene alma y que es un instrumento al servicio del calor y la alegría humana; …” Tal como lo dice la biblia en la Primera carta a Timoteo 6. 10:”Porque el amor del dinero es raíz de todos los males; el cual codiciando algunos erraron de la fe, y a sí mismos se traspasaron de muchos dolores.”
Sin embargo, la esperanza de la que habla el orador diciendo: “Mientras de acepte la verdad por lo que es, y tal como es, hay lugar para la esperanza” puede parecer utópica, o al menor inalcanzable, cuando nos damos cuenta del actual estado de nuestra república, el nivel de corrupción y quebranto de leyes con la mayor facilidad gracias al peculiar ingenio dado por Dios al hombre peruano, y la cantidad de delitos cometidos diariamente con la mayor facilidad, desde el más simple hasta llegar aquel cometido por altos funcionarios públicos con una inexplicablemente justificada inmunidad parlamentaria. Esta solo es superada por la gracia de Dios, quien en su infinita misericordia no ha permitido que el estado peruano no haya desaparecido aun; es Él quien nos brinda una esperanza solida y verdadera de cambio y restauración.
Teniendo en cuenta la realidad de la historia hasta el 1931, el discurso tiene bastante de cierto. A millas se puede distinguir que el poder estatal peruano no pudo resolver los problemas sociales y económicos, así como institucionales.
Pese a mis bajos conocimientos de la historia republicana del Perú, estoy plenamente de acuerdo con lo expuesto por el doc. Edwin Kemmerer. Ya que considero muy cierto que un pequeño vistazo a la historia de la economía del Perú nos revela que las instituciones reguladoras financieras no han tenido la suficiente capacidad para controlar el desarrollo y productividad económicos del país. Esto desde que la época de la colonia concluyo y se comenzó la era republicana: los distintos gobernantes y funcionarios, e incluso la misma estructura gubernamental del estado no ha sido capaz de confrontar los diferentes problemas que reiteradamente se presentaban, y siendo totalmente infecundos para crear estrategias de solución ante los infructuosos azares de la vida económica sino solo con prestaciones monetarias que gradualmente gestaban una inflación y acrecentaban en endeudamiento externo e interno.
Así mismo estoy de acuerdo con el planteamiento propuesto por el autor respecto a que es posible corregir los daños ocasionados por las malas gestiones económicas del pasado tomando en cuenta los consejos de la teoría económica, una opción que da por establecida una racionalidad en la que deben estar equilibradamente presente dos valores que habrán de guiar el comportamiento pertinente: el valor remunerativo y el valor solidario. Es necesario afrontar la realidad provocada por las acciones desfavorables antiguas, y tomar conciencia de muestro estado actual, este es el principio para empezar a tener una nueva perspectiva económica para posteriormente establecer una nueva política económica, una en la que todos los peruanos puedan depositar su confianza sin sufrir pérdidas ni marginaciones o prejuicios.
El autor declara que por la ausencia del segundo valor, el solidario, que se muestra primeramente en una tributación equitativa, se genera un deseo por el poder y una posición en la toma de decisiones gubernamentales, confundiendo así el bienestar nacional con el beneficio propio. En la actualidad esto queda aun como huésped indeseado en las habitaciones del estado. La corrupción actual es una clara muestra de esto, pues en este acto lo que se persigue en primer lugar es el favor para aquella persona corrompida, el beneficio propio arriba mencionado. El valor solidario, considero yo, es aquel por el cual las personas trabajan unas por otras, con altruismo y generosidad, no para el desarrollo personal como fin primordial, sino como fin agregado a la búsqueda del progreso grupal, social o familiar, teniendo una figura parecida a la de un conjunto de personas que están empujando una carreta de provisiones, todos juntos, cuesta arriba, hacia un solo destino común, el progreso y desarrollo. A diferencia de aquel que se vale de otros, corruptamente, para apoderarse del coche que está más arriba que el suyo, con poco o sin esfuerzo.
Superar este vacío es fundamental para la viabilidad de un país. Esta declaración se confirma en el ejemplo plantado anteriormente. Esta es una importantísima medida que debe tomar en cuenta en el proceso de restauración económica que en estos tiempos debe iniciar con premura, pues, como lo afirma el autor, los peruanos, o la gran mayoría de ellos viven en una vacilación entre el escepticismo y la decepción, y viven en condiciones absurdas – para ser ciudadanos de una país con amplia gama de recursos naturales, humanos e intelectuales – de precariedad, pobreza y sufrimiento.
Ahora, si echamos un vistazo al Perú moderno, encontraremos, al igual que los hizo kemmerer en 1931, la violencia es una de las más frecuentes manifestaciones de la disconformidad por parte de la sociedad y el pueblo peruano respecto a la estructura de gobierno; como el último caso que impacto a todo nuestro país y al mundo entero, la masacre en Bagua, con un costo mortal de más de veinte policías y más de 10 nativos. Para erradicar este tipo de conductas, es necesario identificar las causas primeras que impiden el desarrollo y mejoramiento del aparato de gobierno, aun distrital, como regional y nacional. Incluso estas manifestaciones representan un grave obstáculo para el desarrollo del estado, pues causa conmoción, distracción, problemas judiciales y hasta penales, pérdidas, tanto económicas como humanas, obstrucción en el quehacer gubernamental, desconcentración respecto a los principales problemas como es el desarrollo y la implantación de una mejor política económica, etc.
Personalmente sigo las palabras dichas por Kemmerer; “el Perú necesita tener la capacidad de crear una nueva civilización… se crea con la confrontación de las ideas, los testimonios, el sacrificio, y el coraje.” Además afirma que esta nueva civilización debe, y quisiera enfatizar esta parte, tener conciencia del papel que el dinero cumple en nuestra sociedad: “…, comenzando por la economía que, de una parte, entienda (la nueva sociedad) el rol crucial del mercado de dinero para la construcción de una sociedad moderna y digna, y, que al mismo tiempo, de otra parte, tenga bien claro que el dinero es frio, no tiene alma y que es un instrumento al servicio del calor y la alegría humana; …” Tal como lo dice la biblia en la Primera carta a Timoteo 6. 10:”Porque el amor del dinero es raíz de todos los males; el cual codiciando algunos erraron de la fe, y a sí mismos se traspasaron de muchos dolores.”
Sin embargo, la esperanza de la que habla el orador diciendo: “Mientras de acepte la verdad por lo que es, y tal como es, hay lugar para la esperanza” puede parecer utópica, o al menor inalcanzable, cuando nos damos cuenta del actual estado de nuestra república, el nivel de corrupción y quebranto de leyes con la mayor facilidad gracias al peculiar ingenio dado por Dios al hombre peruano, y la cantidad de delitos cometidos diariamente con la mayor facilidad, desde el más simple hasta llegar aquel cometido por altos funcionarios públicos con una inexplicablemente justificada inmunidad parlamentaria. Esta solo es superada por la gracia de Dios, quien en su infinita misericordia no ha permitido que el estado peruano no haya desaparecido aun; es Él quien nos brinda una esperanza solida y verdadera de cambio y restauración.